POR: Profr. Jesús Adolfo Trujillo Holguín
El Heraldo de Chihuahua
El pasado 15 de mayo la Rotonda de los Maestros Ilustres del Parque El Palomar lució una nueva placa, en esta ocasión de una maestra distinguida de la sección 42 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Profra. Sonia Madrid Bojórquez, quien muró de una manera cobarde e impune tratando de luchar por la transparencia y rendición de cuentas tan necesaria y aclamada en el interior del sindicato magisterial.Por todos es conocido que la Rotonda de la Plaza Cívica del Maestro está destinada a reconocer la trayectoria de los educadores y educadoras chihuahuenses que dejaron aportaciones sobresalientes y únicas a la vida educativa de la entidad, como es el caso de Luis Urías Belderráin, Salvador Martínez Prieto, Mario Alberto Macías Saldaña, Rubén Beltrán Acosta, María Brisia Rodríguez de Ayala, entre otros.
Cierto es que la maestra Madrid Bojorquez tuvo una trayectoria importante dentro de la sección 42, como la de muchas maestras y maestros que día con día realizan su trabajo apegados a principios y valores dignos de exaltación pública, pero a ella le tocó la desgracia de encontrar algo que a otros no le interesaba que se conociera y el hecho le costó la vida.
Ante estos acontecimientos es digno de protesta, no el hecho de si debiera estar o no la maestra en la Rotonda, sino lo ofensivo que resulta para todos los maestros el que se pretendan callar las voces que exigen justicia, otorgándoles el consuelo de que su memoria no será borrada con el paso del tiempo. Pretenden ofrecer una pizca de resignación a su familia elevándola al grado de ilustre. Si semejante preceder se realizara con cada maestro cuya muerte ha quedado en la impunidad sería necesario contar con una Rotonda en donde las placas pudieran enfilarse por cientos.
Las manos que callaron la voz de la maestra Sonia cegaron una vida y abrieron miles de conciencias que no serán apagadas con reconocimientos basados en el oportunismo político-sindical y no en el reconocimiento puro. Pretenden ganar simpatías enarbolando falsas banderas y ofreciendo regalos costosos a sus subalternos en ocasiones especiales para que no violenten la frágil estabilidad, pero la verdad tarde o temprano saldrá a la luz y los culpables serán colocados en el banquillo de los acusados para que respondan por sus actos. Lo mejor que pudieran hacer autoridades y sindicatos sensatos para honrar su memoria es esclarecer la verdad de los hechos y castigar a los culpables.
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